Hay Corpus
Este año, los toldos no han dado sombra a las calles por las que transcurre el recorrido procesional, pero como ha mostrado una viñeta de Toni Reollo, nuestro toldo ha sido la Vía Láctea que cubre el cielo toledano. Los valiosos tapices no han cubierto las paredes de la catedral, pero muchos toledanos han adornado sus ventanas y balcones con una bandera, un pequeño detalle, una flor, que simboliza que ahí está el Corpus. La tarasca no ha recorrido las calles del casco histórico, pero se ha hecho presente a través del recuerdo de muchos toledanos. El tomillo y el romero no han generado ese aroma que, desde la madrugada de este día, habitualmente despierta nuestros sentidos, agita nuestros corazones, y provoca esa sensación inconfundible que no podemos describir con palabras, pero que conocemos perfectamente todos los que la hemos vivido: la sensación de que “es” el momento, el día del Corpus. Pero hoy también es Corpus, porque aunque las circunstancias impidan gran parte de las habituales celebraciones, no pueden alterar una fecha, ni el fervor, el sentimiento y la voluntad de los que amamos esta fiesta.
Mientras escribo estas líneas, la custodia debería procesionar por las calles de la ciudad, acompañada por las cofradías, las autoridades, y arropada por tantos ciudadanos. No sucede eso. Pero hay Corpus, para todos los que compartimos la fe, o para quienes, con independencia de sus creencias, quieren mantener su significado. Porque muchos han compartido las imágenes, los recuerdos, las vivencias de esta fiesta, que también de este modo se ha hecho presente. Y sobre todo, hay Corpus porque veo en la televisión la solemne misa y la procesión dentro de la catedral, y me conmuevo (seguro que al igual que muchos otros) en ese emotivo momento en el que la custodia ha salido a la puerta de la catedral, y el silencio se ha roto con una cerrada ovación. Y me estremezco y me emociono, que es lo que me pasa siempre en esos momentos sublimes, esté presente de forma física o virtualmente, que es otra forma de presencia. Y desde mi casa canto y me uno espiritualmente a todos los que, desde cualquier lugar del mundo, han gozado alguna vez en nuestra ciudad de esta fiesta única, o anhelan hacerlo en algún momento de su vida. Hay Corpus, y podemos vivirlo con especial intensidad, porque este año, tan diferente, hemos sabido conservar su verdadera esencia, que es la que nos une a todos. Y porque esta forma, más intimista, nos permite recordar -hoy y siempre- a los que, por culpa de esta desgraciada pandemia, ya no pueden acompañarnos. Este año todo es muy diferente, y así será recordado en la historia de nuestra fiesta más especial. Pero si conservamos su esencia y mantenemos nuestra ilusión, hay Corpus.