Escuché las canciones de este mítico grupo británico desde mi infancia, y pronto me aficioné a ellas. Mis hermanos ya tocaban “Wish you were here” con la guitarra (yo nunca aprendí a tocar este instrumento, ni en realidad ningún otro, más allá de algunas sencillitas con la flauta), y recuerdo perfectamente todas las canciones de este elepé sensacional, así como su espectacular portada. Años más tarde compré un reloj de pared cuya esfera es en realidad un disco de vinilo con esta portada, y aún lo conservo (aunque tal vez lo compramos mi hermano y yo y a raíz de este artículo me lo reclame). Y es que en la era del vinilo la portada tenía una gran importancia, dado que el tamaño del disco permitía y requería imágenes y títulos grandes, siendo así la portada un elemento destacado. Con las cintas de casete se perdió eso, y aunque los cedés recuperan algo la importancia de la portada, e incluso las versiones digitales de las canciones también permiten incorporar ese elemento óptico, ya nada volverá a ser como en la era de los elepés. Digo esto porque si alguien trabajó de forma excelente las portadas fue Pink Floyd. Todas eran impactantes, todas tenían mensaje, todas hacían pensar. Eran en sí mismas pequeñas obras de arte.

 

Pero por supuesto, Pink Floyd era mucho más que portadas de discos. Su música tiene un estilo único, entre el rock psicodélico y el rock sinfónico, con muchos otros elementos e influencias. Prácticamente me gustan todos sus discos, aunque junto al inolvidable y ya citado “Wish you were here” yo destacaría “The dark side of the moon”, “Animals”, “A momentary lapse os reason” (cuya portada me parece también sensacional), y desde luego, el disco doble “The Wall”, que ha pasado con justicia a formar parte de la Historia de la música rock. Incluso se hizo una película con esa música y dibujos, que todos los aficionados vimos alguna vez, y aunque para ser sincero no me enteré de la mitad, la cosa parecía bastante abstracta y profunda y tenía todo el aspecto de ser una denuncia de esta sociedad que nos oprime y crea muros desde la infancia. Canciones con mensaje (todo aficionado ha repasado las letras), pero sobre todo música genial, original y única. Nunca estuve en directo en un concierto de Pink Floyd, pero sí pude ver el mítico concierto de Venecia en 1989, que fue también un evento histórico aunque creo polémica por los daños generados. En fin, Pink Floyd sigue hoy ocupando un lugar muy destacado en la música de mi vida.