Bolonia
La ciudad en la que Carlos V fue proclamado emperador por el Papa Clemente VII en 1530 (añadiendo esta proclamación como “rey de romanos” a la previa que había tenido lugar en Aquisgrán). La ciudad que vio nacer la universidad más antigua de Europa y Occidente, y en realidad y en sentido propio, probablemente la Universidad más antigua del mundo. Una ciudad cargada de historia. Con una incuestionable proyección europea. Vinculada a tantos lugares del mundo. Desde luego, a España, a través del Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles, fundado por el Cardenal Gil de Albornoz, que empezó a funcionar en 1369, y se relaciona desde su propio gobierno con la diócesis de Toledo. Dicen (aunque es solo una teoría), que el origen de la utilización de la palabra “bolo” para referirse a los toledanos, tiene que ver precisamente con el apelativo abreviado que se daba a los “bolonios”, que volvían a Toledo después de estudiar en la prestigiosa universidad, y que pronto adquirió una cierta connotación irónica (algo así como “se creerán muy listos estos bolos”…).
Pero no es el propósito de esta serie el llevar a cabo un examen histórico de las ciudades. Lo que pasa es que en Bolonia la historia es y está presente, ya que no se puede entender la configuración ni la vida actual de esta ciudad sin su pasado. Precisamente por esa historia presente, Bolonia es una ciudad muy europea. Y también muy italiana. Tiene hoy la comodidad de muchas ciudades europeas, incluyendo la utilización frecuente de la bicicleta y un cierto orden, al menos si la comparamos con Roma o Nápoles. Pero desde luego es profundamente italiana, por su cultura, su gastronomía, su forma de vida. Y es, desde luego, una ciudad muy vinculada a la cultura, así como a su Universidad. Sin duda una de las ciudades más intensamente universitarias de Europa, recibe a decenas de miles de estudiantes de todos los países, lo que le da un carácter internacional. Y un aire realmente joven, que contrasta con la incuestionable antigüedad de la mayoría de los edificios de su centro histórico. Que es, probablemente, uno de los más grandes de Europa. Un paseo por Via Zamboni es un auténtico baño de juventud, universidad, cultura… y, como diríamos los españoles, “marcha”, sobre todo en la zona de Piazza Verdi en las tardes y noches. Esa “marcha” callejera tan del agrado de los latinos, favorecida por el clima más o menos benigno del que la ciudad disfruta buena parte del año, y sobre todo en primavera (el verano es realmente caluroso). Por lo demás, Bolonia es una ciudad comparativamente menos turística que otras de la zona, y desde luego alejada de ese auténtico agobio de visitantes que sufre por ejemplo la vecina Florencia. Y en la que se puede disfrutar de la excelente gastronomía italiana, que va mucho más allá de las pastas, en variados y buenos restaurantes. Iglesias, museos, Universidad, cultura, bares, restaurantes, tiendas… De todo ello se puede disfrutar en esta ciudad. Estuve por primera vez en 1996 en una estancia universitaria. Entonces me pareció bastante decadente, sobre todo el barrio universitario. No sé, quizá un ambiente demasiado hippy, “retro”, y quizá no demasiado limpio. Ahora he vuelto dos veces y, sin perder en absoluto su incuestionable encanto bohemio, me ha resultado más moderna, europea, atractiva. Y mientras contemplaba su hermoso perfil de torres inclinadas desde una tranquila terraza, tomando una “birra” con un aperitivo de excelentes embutidos, mortadela boloñesa y todo tipo de panecillos italianos, pensaba que pocas ciudades ofrecen semejante encanto.