Blade Runner 2049
Como soy fan de la película “Blade runner” (que ya comenté en este espacio hace algunos años), cuando se anunció el estreno de “Blade runner 2049”, tuve claro que quería ir a verla, pero que no debía esperar algo al nivel de la película que se estrenó hace ahora 35 años. Si te encanta la paella, tal vez no quieras dejar de pedirla en un sitio que crees bueno, aunque sepas que alguna vez la probaste en un sitio en el que era insuperable. La verdad sea dicha, las críticas que leí previamente me confirmaron el interés por esta nueva película, dirigida por Denis Villeneuve: con ciertas discrepancias, la mayoría reconoce la calidad de este nuevo largometraje. Pero una vez vista la película, creo que un buen resumen es el que hace Oti Rodríguez Marchante en ABC: “Más que una secuela, menos que el original. Habría que evitar algo inevitable: comparar esta película (…) con la original…”. Y es que, en efecto, “Blade runner 2049” es un largometraje bien hecho, correctamente dirigido, con buenos actores y buenas interpretaciones, con escenarios y ambientes adecuados… pero que se queda lejos de la magia de la película dirigida por Ridley Scott. Es la diferencia entre lo bueno y lo sublime. El conjunto de los elementos (dirección, guion, ambiente, actores, aquella inolvidable banda sonora de Vangelis) dio como resultado, en 1982, una de las mejores películas de la historia de la ciencia ficción, radicalmente innovadora. Y en 2017, una obra correcta, probablemente digna de ser vista si se tiene en cuenta esta prevención.
Porque, tratando de evitar lo inevitable, encontraremos en el film protagonizado por Ryan Gosling, Harrison Ford y Ana de Armas algunos elementos de interés. Continúa la reflexión sobre la esencia de la condición humana y sus difusas fronteras, e incluso avanza una original tesis, que (sin desvelar nada sobre el argumento) me atrevo a resumir como la de que los humanos tal vez nos vendríamos a caracterizar, frente a los seres biotecnológicos, por haber nacido de una mujer. O al menos, que el conocimiento de esa forma de nacer, igual a la de otros seres vivos, nos hace sentirnos más humanos… O bien sentirnos “como humanos”. Es claro que esta idea sería susceptible de crítica y debate, pero la película tampoco profundiza en ella, ni en general en la psicología de los personajes. Queda “en el aire”…
(Fuente de la imagen: https://www.muyinteresante.es/ciencia/fotos/curiosidades-sobre-blade-runner)