Abre los ojos
Ya he apuntado en alguna ocasión, en esta misma columna, que me parece muy estimable el cine de Alejandro Amenábar. “Tesis” fue desde luego una película innovadora y sorprendente en el panorama del cine español, e igualmente “Los otros” es un largometraje del mayor interés, y una de las películas españolas de suspense más logradas. “Mar adentro”, por su parte, constituye un testimonio muy bien desarrollado, aunque con claras aportaciones subjetivas, de la historia de Ramón Sampedro. Ágora, a mi juicio, a pesar de ser la película más cara de la historia del cine español, es la menos rigurosa en lo histórico y la más “efectista” del director hispano-chileno. Pero mi favorita entre todas ellas es “Abre los ojos”, inquietante película de 1997.
En efecto, esta película resulta original en su planteamiento, atrapa rápidamente al espectador y lo mantiene permanentemente pendiente de su desarrollo, y se resuelve de un modo sorprendente (e incluso susceptible de interpretaciones) pero en modo alguno “tramposo”. Tiene aún cierta austeridad en su planteamiento y en su ejecución, propia de las películas iniciales de Amenábar, y cuenta con magníficas interpretaciones de actores entonces todavía no tan famosos (algunos de los cuales habían sido “descubiertos” al gran público por el propio Amenábar, como Eduardo Noriega y Fele Martínez), así como con un correcto papel de Penélope Cruz. La película tuvo notable éxito de crítica y fue bastante premiada, y la idea gustó a Tom Cruise, que adquirió los derechos para ejecutar un “remake” titulado “Vanilla Sky”. Yo he querido incluir “Abre los ojos” en esta selección de películas de mi vida porque en su momento me dejó huella por su intrigante desarrollo y su sorprendente y complejo desenlace, por abordar de manera original y novedosa la cuestión de los impresionantes desarrollos científicos y médicos que acaso podamos contemplar realmente en tiempos muy próximos, y por suponer un factor claramente renovador de un cine español demasiadas veces monotemático, reiterativo y falto de ideas.