Problemas de la justicia constitucional
No me gusta, como regla general, dedicar estos espacios a nuestra actividad académica, y sobre todo no me gustaría que nada de esto se entendiera como promoción o ensalzamiento de dicha actividad. Pero por otro lado siempre he concebido esta actividad como algo que, más allá de las aulas, ha de estar al servicio de la sociedad, y por eso atiendo siempre que puedo a cualquier medio que plantea inquietudes sobre aspectos relacionados con el Derecho Constitucional. Así que mis lectores más asiduos ya sabrán que la justicia constitucional y la interpretación de la Constitución son dos de las líneas (estrechamente relacionadas entre sí) que con mayor intensidad hemos trabajado. Así, desde hace más de dos décadas, y gracias a un excelente equipo organizador) venimos ofreciendo en la UCLM un curso de postgrado, que desde hace exactamente diez años se celebra en el mes de julio con los mejores especialistas de Europa e Iberoamérica. No nos centramos en España, pero creo que el programa sirve para poner de relieve que los problemas de nuestra justicia constitucional son en buena medida comunes a los de otros países, aunque según los casos, tengan aquí mayor o menor intensidad.
Así, los cursantes van teniendo la oportunidad de profundizar en problemas como la politización, la siempre frágil independencia judicial, los distintos procesos constitucionales, los déficits en la garantía de los derechos, y por supuesto cuestiones aparentemente más técnicas, pero no menos importantes, como las relativas a los métodos de la interpretación constitucional. Porque la cosa es que aquí, quien tiene la última palabra en materia de interpretación es el que realmente “manda”, y la tensión entre legislador y justicia constitucional es una de las características aparentemente “eternas” de este ámbito, cuya solución dependerá de aspectos como el concepto de Constitución, de Derecho, o como digo las pautas interpretativas que deben seguir los jueces. Y así también podemos conocer experiencias como las de Polonia (uno de los casos más preocupantes dentro de la Unión Europea), Alemania, Italia, Francia, Perú, México, o República Dominicana, entre otros. Todo ello en el ambiente que ofrecen cerca de ciento cincuenta cursantes de Europa e Iberoamérica. No tengo mérito en ello, pues si hay tal se debe a los profesores y a los alumnos. Ni siquiera tengo como cursante este título de postgrado… pero he sido “oyente” todos estos años y, pueden creerme, algo he aprendido. Los ciudadanos deberían ser más conscientes de la importancia de estas cuestiones y problemas, y de ahí nuestro empeño en divulgar la labor que venimos haciendo…