Pornografía y Constitución
Hace algunos años puede visitar, con poca diferencia de tiempo, la colegiata románica de Cervatos, en Cantabria, y los templos de Khajuraho, en la India. Ambos edificios, que seguramente fueron creados en épocas no muy diferentes, son exponentes de lo que podríamos denominar “arte erótico”, si bien el contexto y el mensaje es muy diferente. La citada colegiata es uno de los mejores exponentes de lo que se ha dado en llamar “románico erótico”, y su exterior está lleno de figuras que representan actos y órganos sexuales, probablemente con el propósito de mostrar los efectos del pecado o la desobediencia al mandato divino, o las tentaciones carnales a las que el ser humano está sometido. En cambio, en los impresionantes templos de Khajuraho pueden contemplarse todo tipo de esculturas en las que son los propios dioses quienes se muestran disfrutando en todo tipo de combinaciones de grupos y en las más variadas posturas eróticas, transmitiendo un mensaje no crítico, sino positivo y acaso modélico sobre esas actitudes sexuales. En definitiva son solo algunos ejemplos de las muchas expresiones en las que, a lo largo de la historia, el erotismo y la pornografía -cuya distinción ya de por sí es objeto de complejos debates- han sido objeto de las más variadas expresiones artísticas.
Acaso en esta cuestión hay también modas y tendencias, y puede que en los últimos tiempos domine un cierto revisionismo crítico con la pornografía, a la que se culpa a veces de cosificación de la mujer, o incluso de ser causa o al menos elemento que fomenta o incentiva las agresiones sexuales. También hay que reconocer, desde luego, que la pornografía principalmente consumida y accesible de forma casi universal hoy en día parece distanciarse de aquellas creaciones artísticas que, con un mensaje u otro -y muchas veces con un mensaje evidente de provocación o ruptura con los valores dominantes- han sido objeto de tantas creaciones artísticas. En todo caso, con mejor o peor gusto, cuando la pornografía es creada libremente por y para adultos creo que debe prevalecer el principio de libertad que es uno de los valores superiores de cualquier ordenamiento basado en los derechos. Problema muy diferente es el daño que puede hacer a menores en edades cada vez más tempranas el consumo indiscriminado de determinados productos pornográficos que pueden producir confusiones y efectos perversos, sobre todo cuando se convierten en el principal factor de formación sexual. En fin, con estas pinceladas doy mi opinión sobre esta cuestión que la Universidad de Castilla-La Mancha va a abordar en profundidad en un curso de verano en Cuenca, titulado “pornografía y derechos”, dirigido por Ana Valero, y que no puedo sino recomendar enfáticamente.