Miguel Ríos
Si el tocadiscos fue un objeto de veneración en mi casa familiar, qué decir de lo que sucedió años después cuando entró en el hogar el primer radiocasete. Era relativamente grande, gris y, como todos los casetes, permitía avanzar rápidamente las canciones, rebobinar, pausar y, desde luego, grabar. Así que pude ir empezando mi colección de cintas, primero muy exigua, con los años algo más extensa. Aun conservo -junto a los pocos discos de vinilo que fueron propiamente míos- aquellas cintas de casete, y repasando encuentro una buena muestra de lo que escuchaba en los años 80 y tal vez primeros 90: aparte de los grupos mencionados en otros “miraderos”, por ejemplo, Bruce Springsteen, Phil Collins, algo de Beatles, O.M.D., Elton John, Mike Oldfield, Bob Marley, The Housemartins, Madonna, Mecano, Víctor Manuel, Sabina, Juan Luis Guerra… Pero recuerdo perfectamente que mi primera cinta, y sin duda la más escuchada, era el “Rock & Ríos”, aquel excelente doble disco en directo de Miguel Ríos.
No recuerdo cómo lo compré (probablemente sería con el dinero de algún regalo de cumpleaños, pues los presupuestos eran siempre bastante escasos en la adolescencia), pero durante algún tiempo fueron mis dos únicas cintas, y las escuché una y mil veces. Además aquel concierto era en esa época muy reproducido en la radio, en discotecas, en aquellas fiestas memorables que los de COU organizaban en el polideportivo del colegio… Me aprendí de memoria todas las letras, y aún hoy las recuerdo perfectamente (y de vez en cuando vuelvo a escucharlo, ahora en versión digital). Desde el archiconocido “Bienvenidos”, hasta el “Blues del autobús”, “Santa Lucía”, “Reina de la noche”, “Los viejos rockeros nunca mueren”, “Al Andalus” o, por supuesto, el gran éxito de aquella versión del “Himno a la alegría”, u otras versiones de canciones que popularizó Miguel Ríos en aquel concierto, como “Mueve tus caderas”, “Maneras de vivir” o “Mis amigos dónde estarán”. Lo mejor es que me sabía perfectamente hasta las palabras y gritos del rockero granadino, a las que contestaba el público enfervorizado (y, por supuesto, todos los aficionados a este disco): “eeeeeeh, aaaah” “eh, eh, eh”, “ ship ship ship”, o incluso las frases como “qué pasa, qué pasa, no me digáis que os he cogido en bragas”, dicho sea con disculpas y en transcripción literal… Luego compré otros discos de Miguel Ríos (me gustó bastante “El rock de una noche de verano”), e incluso le escuché en directo en un buen concierto en la Plaza de Toros de Toledo en las fiestas de no recuerdo qué año, pero el Rock & Ríos sigue siendo mi concierto favorito.