Marchena

Somos muchos los que llevamos años explicando (y denunciando) que el sistema de designación de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (y de ocho de los doce magistrados del Tribunal Constitucional) ha ido degenerando en la práctica. Y ello fundamentalmente por dos motivos: la exigencia de mayoría cualificada de tres quintos en el Congreso y en el Senado, pensada para conseguir candidatos de consenso entre los partidos mayoritarios, se ha ido utilizando, cada vez más, como un reparto de “cuotas” entre dichos partidos, lo que provoca que, en lugar de proponer candidatos moderados, independientes, y carentes de vínculo político conocido, las cámaras han ido proponiendo, cada vez más, a aquellos candidatos que los partidos consideraban “próximos”, por los motivos que fueran. Eso no quiere decir que algunos de estos candidatos no hayan sido buenos juristas, o que luego no hayan sido independientes, pero en términos generales, el reparto por cuotas ha sido nefasto desde la perspectiva de la neutralidad y de la deseable apariencia objetiva de independencia de las instituciones afectadas. Lo peor no ha sido que los medios, con un lenguaje rechazable, hablasen de jueces” progresistas” o “conservadores”, sino que, con contadas y loables excepciones, en casos polémicos y políticamente sensibles, demasiadas veces los vocales o los magistrados han actuado “como se esperaba de ellos”. El segundo motivo de “perversión” es que los partidos negociaban también la presidencia del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, algo inadmisible porque no les corresponde. Pero, de nuevo, lo lamentable es que el resultado de esa negociación parecía casi siempre ser “acatado” por los vocales o los magistrados del TC. Así que, si malo ha sido el comportamiento de los partidos, no siempre podemos decir que los jueces y juristas nombrados se hayan apartado claramente de ese “juego”… y eso es bastante peor.

Dicho lo anterior, aunque como digo muchos hemos venido criticando no tanto el sistema, sino aquello en lo que su práctica ha degenerado, para ser sincero yo no tenía demasiadas esperanzas de que la cosa fuera a cambiar mucho, ya que, como se ve, casi todos participan en el “juego”, e incluso alguno de los partidos representantes de la “nueva política” no ha tardado nada en entrar y exigir su “cuota”. Sin embargo, creo que el gesto de esta semana del juez Marchena abre la puerta a un cambio de panorama. Aunque tenga sentido repensar la regulación de la elección de estos órganos, creo que lo más importante es volver al espíritu de la regulación actual: fuera cuotas, fuera repartos, fuera vetos. Y nunca más los partidos deberían volver a elegir lo que no les corresponde. Con su renuncia a presidir el Tribunal Supremo (lo que sin duda es un sacrificio importante), Marchena ha hecho lo que muchos otros antes no hicieron: respetarse a sí mismo y respetar la función y la independencia judicial. Y, además, abre el camino para que los partidos no se atrevan a volver a actuar del mismo modo. Ojalá que así sea.

Fuente de la imagen: https://www.lasexta.com/noticias/nacional/manuel-marchena-descarta-como-presidente-consejo-general-poder-judicial-reivindicando-independencia-video_201811205bf3b08b0cf2abe03a74aa56.html