Para muchos, es quizá la más atractiva de las ciudades del Continente (o por mejor decir de Europa, porque para los ingleses “the Continent” somos los demás…). Yo particularmente prefiero otras, pues Londres no deja de resultarme algo gris, húmeda y fría. Acaso en la capital británica echo de menos el sol de los países más meridionales. Y con certeza, echo de menos la buena comida que me parece más propia de los latinos. Pero no dejo de reconocer que Londres es una ciudad enormemente interesante. Por supuesto, su riqueza monumental es de primer orden, desde Westminster y el Parlamento hasta la catedral de San Pablo o el palacio de Buckingham. A eso hay que añadir el incuestionable encanto de un paseo por sus calles y plazas, entre las que desde luego son muy destacables Trafalgar Square o Picadilly Circus, aunque a mí me gusta particularmente toda la ribera del Támesis, que tiene en mi criterio las mejores vistas de la ciudad. Apreciarlas desde el London Eye, la noria gigante inaugurada hace unos años, es un deleite para la vista que no tiene parangón en ningún otro lugar.

 

Pero quizá los atractivos más destacados de la ciudad se sitúan en el aspecto cultural y en su especial ambiente que le da una idiosincrasia particular. En el terreno cultural, el listado de su oferta permanente o temporal sería inabarcable. En las gruesas “pinceladas impresionistas” que suelo utilizar en estos artículos, podría destacar, además de la enorme variedad de espectáculos, teatros, musicales, etc., su impresionante oferta museística. Por descontado, el British Museum me parece sin duda uno de los más completos del mundo, y su visita resulta absolutamente imprescindible e instructiva. Sólo conocerlo justificaría ya el viaje, aunque la ciudad tiene muchísimos más, para todos los gustos. Pero más allá de esta oferta cultural, el ambiente de sus establecimientos, de sus comercios, de sus locales y pubs, la peculiaridad de sus calles, plazas y rincones, la imagen inconfundiblemente “londinense” de muchos de sus lugares, sean o no conocidos, hacen que pueda considerarse como una de las ciudades con más personalidad e identidad propias del mundo.