La voz de la transición
Hace unos días fallecía Victoria Prego, y con ella se va uno de los mejores testimonios de la transición. Porque, aunque su labor periodística fue inmensa, en prensa, radio y televisión, seguramente en su legado ocuparán siempre un protagonismo incuestionable sus obras sobre la transición, aunque tampoco hay que olvidar, y en cierto sentido tiene relación con lo anterior, su memorable discurso tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco por la banda terrorista ETA. En cuanto a lo primero, sin duda nuestra transición tuvo muchos protagonistas; pero también jugaron un papel fundamental quienes contribuyeron a formar una opinión pública desde la profesión periodística. No se trató solo de contar lo que pasaba, sino de entender y difundir con convicción los valores que se plasmaban en aquello que estaba pasando. En este aspecto Victoria Prego jugó un papel esencial durante toda su vida profesional. Pero sería imposible no destacar la serie documental de 13 capítulos que, realizada en 1992 y emitida por primera vez en 1995, presentó y codirigió para RTVE. Me parece que no sería exagerado afirmar que este completo conjunto documental constituye todavía hoy, probablemente, el mejor y más completo material audiovisual sobre la transición, incluyendo los testimonios de muchos de sus protagonistas. Es un gran trabajo que indudablemente perdurará, y que como profesor de Derecho Constitucional siempre he recomendado a mis alumnos.
También quiero detenerme en ese segundo hito, acaso más puntual pero no menos significativo y simbólico. El miserable, cobarde y despreciable asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997 supuso quizá un punto de inflexión en la actitud de toda la sociedad, vasca y del resto de España, frente al terrorismo. Se acabó el miedo y emergió el coraje y la contundencia. Y, en parte como testimonio y en parte también como motor de ese cambio, quedará siempre como testimonio el discurso que Victoria Prego leyó días después, rodeada de los expresidentes del Gobierno, justo delante de Adolfo Suárez, en el que pudimos escuchar que las cosas habían dado un vuelco radical, que esas muertes no habían sido en vano, y que había que ir “con la paz y con la palabra, pero también con la ley, ¡a por ellos!”. Apena la muerte de Victoria, por lo personal y por lo que significa su legado. Y apena también que, en el especial de El Mundo, que fue su periódico durante años, el único socialista que escribió fue Alfonso Guerra. Y que, en estos tiempos de memoria democrática selectiva, en los que parece más importante recordar la guerra civil que la transición, la oposición tenga que pedir en el Congreso la reposición de los trabajos de Victoria Prego. ¿Dónde quedó el espíritu que tan bien supo difundir la periodista?
Fuente de la imagen: https://www.elindependiente.com