La mujer en la Generación del 98

No hagan hoy mucho caso del título, que daría para varias tesis doctorales, y además en una materia en la que no soy experto, aunque sí algo lector… pero es que este título me permite unir estas pocas pinceladas sobre la idea, el concepto o la consideración de la mujer en tres autores emblemáticos de este grupo literario (en el que, por cierto, rara vez se menciona a algunas mujeres que deberían estar incluidas). Desde luego, algunas de las cosas que escribieron sobre el tema resultarían hoy cuando menos exóticas, o incluso serían objeto de feroces críticas, pero no pretendo hacer un absurdo ejercicio en esa línea. Así que voy a esos “apuntes”. Unamuno muestra en su obra una relación curiosa con la mujer, con una idealización profunda rodeada de admiración, pero también a veces con una visión un tanto objetivada. Se debate sobre si la fortaleza de “La Tía Tula” refleja un ideal de mujer vasca, o sobre si el personaje Eugenia de “Niebla” es realmente una mujer feminista. Y, por supuesto, sobre si el propio Unamuno era feminista o misógino… El caso es que en muchas obras, y especialmente en la “nivola” citada en última lugar, hay muchas páginas plagadas de reflexiones sobre una mujer, las mujeres o la mujer…

Miguel de Unamuno

 

Por otro lado, Azorín, en “El paisaje de España visto por los españoles” dedica enfáticas páginas a ensalzar las virtudes de las mujeres de diversas regiones. La mujer como “parte” del paisaje, pero es que Azorín reitera que “el paisaje somos nosotros”. Sobre las murcianas llega a decir “a vuestro par podrán colocarse otras mujeres; en lugar más preeminente y alto que vosotras, ninguna”. Uno de los apéndices de la obra se titula “Las mujeres de España”, y en él reflexiona sobre la diversidad psicológica de las mujeres en distintas regiones, y sobre sus motivos. A las gaditanas dedica párrafos entusiastas en los que llega a afirmar que la mujer gaditana es “anatómica y socialmente” una de las más finas de España, con “un conjunto de excelencias que la hacen viviente maravilla” y añade pintorescas explicaciones para esta excepcionalidad. Pero poco después añade: “No son solo las gaditanas las simpáticas y atractivas. Lo son todas. Todas las españolas son acogedoras, sencillas y cuidadosas”. Y en fin, dedico el tercer “apunte” a Machado, cuya biografía no se entiende sin algunas mujeres, y desde luego sin el dolor por la pérdida de Leonor Izquierdo, de quien se enamora teniendo él 32 años y ella ¡trece!… En su poema “Retrato”, que en realidad es un autorretrato, afirma: “Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido/ ¡ya conocéis mi torpe aliño indumentario!,/más recibí la flecha que me asignó Cupido,/y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario”.

Azorín

 

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