La lotería

La lotería

Cada vez que un buen amigo me da un abrazo sincero, o me hace ver de cualquier manera que valora nuestra amistad, ya me ha tocado la lotería. Cada vez que un colega me dice -y me parece que lo hace de verdad- que le ha gustado mi exposición, o mi argumentación, o que le ha interesado mucho un escrito de mi autoría, me toca también una pequeña lotería. Si un discípulo dice o sé que siente reconocimiento por el esfuerzo que puedo hacer para ayudarle a mejorar, si en realidad veo cómo algunas personas pueden crecer y mejorar en muchos sentidos y yo he podido ayudar algo a que esto se produzca, me siento bendecido por la fortuna. Si alguna vez mis alumnos atienden, participan, se interesan, ya manifiesten su satisfacción o simplemente yo crea apreciarla, para mí es un pequeño premio. Si en alguna ocasión he discutido con alguien, o me he enfadado, o me he distanciado, y llega el momento de la reconciliación, el perdón y el olvido, el reencuentro, siento como si me hubiera tocado un buen premio de lotería. Cuando tengo la oportunidad de viajar, conocer nuevos lugares o volver a los ya conocidos, volver a convivir con seres queridos a quienes hacía tiempo que no veía, me parece que he sido agraciado. Cuando trabajo duramente, pero de alguna manera logro alcanzar a ver algún resultado positivo en todo ello, siento que ya he recibido alguna recompensa. Cuando -a veces sin esperarlo- me parece haber logrado esa foto que refleja tan bien lo que quiero transmitir, o simplemente cuando alguno de mis lectores me dice que ha leído mi columna y le ha gustado o le ha parecido interesante, de algún modo me siento premiado. Cuando llego a un hotel y, sin pedirlo expresamente, la habitación tiene vistas, o el desayuno es el que a mí me gusta, me parece que he tenido fortuna. Vaya, hasta cuando gana el Atleti siento que me ha tocado una pequeña lotería. Y si iba perdiendo y al final empata, por lo menos es un reintegro…

Qué decir, entonces, de lo que se produce cuando encuentro un momento de paz o siento que Dios mira por mí. O cada vez que mi mujer, o mi madre, o mis hijos me dicen “te quiero mucho”… Entonces me toca el gordo de la lotería. Y bueno, es verdad, estas cosas no pasan siempre, y también hay algunos otros momentos menos afortunados. Pero esos… es mejor olvidarlos. Cuando escribo estas líneas, tengo guardados algunos décimos de lotería por si la suerte me acompaña en el sorteo de Navidad. Cuando la mayoría de mis queridos lectores las lean, puede que no me haya tocado nada. Pero si es así… me basta pensar en todas las veces que, a lo largo del año, he sido agraciado con estas pequeñas o grandes loterías. Y no puedo dejar de sentirme bastante afortunado. Muy feliz Navidad a todos.

Fuente de la imagen: https://www.rtve.es