La guerra sigue

La guerra sigue

Ha pasado ya un año desde la invasión de Ucrania por Rusia, y la tentación de pensar que la cosa no ha ido tan mal puede presentarse fácilmente. A fin de cuentas, la cosa no se ha resuelto en un fin de semana a favor de Rusia, como quizá pensaban algunos sobrevalorando el poderío militar ruso (o infravalorando el de Ucrania y su capacidad de respuesta), y la crisis, al menos vista desde Europa occidental, no parece estar siendo tan intensa, toda vez que estamos a pocas semanas de la llegada de la primavera, y aunque estemos ahora viviendo fríos bastante rigurosos, las calefacciones siguen funcionando y no parece que la crisis energética haya alcanzado las dimensiones apocalípticas que algunos pronosticaban. Pero… no se puede olvidar que lo peor de la guerra obviamente se está viviendo en Ucrania, que toda guerra es un drama humano, y que obviamente su prolongación no puede ser nunca una buena noticia, que las víctimas siguen creciendo, los daños siguen aumentando, y que la evolución y las consecuencias finales de todo este no son fáciles de predecir. Porque, sobre todo y lamentablemente… no sería todavía sensato pronosticar que Ucrania va a ganar esta guerra.

Y creo que ahí está la clave en este momento. A poco que se valore la situación con parámetros generalmente admitidos en la comunidad internacional, la conclusión es esta: la invasión fue totalmente ilegítima, y la defensa y la respuesta de Ucrania es, por tanto, legítima y necesaria. Occidente tuvo inicialmente una respuesta razonable: apoyar a Ucrania, incluso con armas e instrumentos para su defensa, sin intervenir directamente en el conflicto. De esta manera se estaba del lado justo de la historia, pero se eludía una escalada bélica mundial de consecuencias impredecibles. Se confió también en la contundencia de la respuesta económica en forma de bloqueos (parciales) a Rusia, y de respuestas políticas como su expulsión del Consejo de Europa (de Naciones Unidas no cabe esperar demasiado, siendo Rusia miembro permanente del Consejo de Seguridad). Seguramente esta respuesta ha contribuido a que Ucrania resista y no sucumba, pero quizá no tanto al aislamiento de Rusia, que encuentra suficientes vías de escape en Asia. Por eso Europa y Occidente no pueden olvidar este conflicto y la responsabilidad que les atañe en su destino. Hay, a mi juicio, algo bastante claro: nunca ha sido una solución aceptable que Ucrania pierda en este conflicto, y ya no cabe una “salida digna” para Putin. Ucrania está sufriendo esta invasión por querer ser europea y occidental, y Occidente tiene que asegurarse de que Ucrania no pierda, si no quiere que pierdan también sus propios valores, en un mundo en el que estos valores, que son aquellos en los que muchos creemos, no son ya compartidos por algunas de las primeras potencias.

Fuente de la imagen: https://www.elmundo.es/internacional/2023/02/28/63fd9a86d6b168002500d651-directo.html