No suele enumerarse entre las ciudades más turísticas del continente, e incluso en Ecuador su atractivo histórico-artístico parece palidecer ante la importancia que en este sentido representan Quito o la misma Cuenca. Sin embargo, la ciudad fundada por los españoles como Santiago de Guayaquil, hoy la más poblada del país, tiene motivos sobrados de interés, no sólo por su urbanismo o su emplazamiento natural, sino también por su alegre y bulliciosa vida, que la convierten seguramente en la ciudad más activa de Ecuador. Por lo demás, en los últimos años la ciudad ha experimentado un considerable empuje hacia su modernización, superando la imagen de ciudad insegura, descuidada o con cierta tendencia a los excesos, para ofrecer una cara limpia, moderna, desarrollada y extremadamente vital.

 

Aunque no sea el monumental su aspecto más destacado, pues sucesivos incendios destruyeron parte de su valioso patrimonio, hay algunas visitas interesantes como la misma catedral neogótica, ubicada en la popularmente llamada “plaza de las iguanas” por las muchas que tranquila y libremente pasean por sus árboles o por el mismo suelo, o el museo de la ciudad. Sin embargo, mayor atractivo ofrece el barrio ubicado en el llamado “cerro de Santa Ana”, formado por pequeñas construcciones que de lejos recordarían humildes casas del tipo de las favelas, pero que hoy se encuentran rehabilitadas y pintadas en vivos colores, ofreciendo un hermoso encanto, así como atractivas vistas de la ciudad y del impresionante golfo junto al que la misma se asienta, en la desembocadura del río Guayas. Otro de los recorridos imprescindibles de la ciudad se encuentra en el malecón, desde el que se divisa igualmente esa zona en la que el río o “estero” da lugar al golfo con su gran isla central, y sobre el que se ha llevado a cabo también una fructífera labor de recuperación y modernización, en el llamado “malecón 2000”. Pero la ciudad ofrece muchos más lugares de interés, que conviene descubrir con calma, mediante un pausado y tranquilo paseo que permita, a la par que disfrutar de su cálido clima (pero no en las horas centrales del día, en las que el calor será excesivo), descubrir los mil y un olores y colores, los mercados, las tiendas, los restaurantes, hoteles y bares, las llamativas escenas con las que Guayaquil puede sorprendernos en cada calle o esquina.