Feliciano Barrios
El profesor Feliciano Barrios acaba de dejar el servicio activo como catedrático de Historia del Derecho en la Universidad de Castilla-La Mancha, que le ha rendido homenaje con una interesantísima jornada celebrada en Toledo con el título “Una monarquía entre dos mundos. Poder y derecho en España y América (siglos XVI-XIX)”. Yo quiero rendirle también este modesto reconocimiento dedicándole esta columna semanal, porque creo que hay sobrados motivos para ello, por lo que significa su trayectoria para el Derecho, para nuestra Comunidad Autónoma y nuestra ciudad, y para mí como jurista y como persona.
Respecto a lo primero, sus aportaciones a la ciencia jurídica y a la historia han sido enormes. Autor de grandes obras que abarcan muy diversos períodos históricos, es especialista sobre todo en a monarquía hispánica, sobre cuya gobernación escribió acaso el mejor y más completo estudio, que le mereció el Premio Nacional de Historia (no creo que sea muy frecuente que lo reciba un jurista). No puedo referirme aquí a tantas publicaciones, ni a sus numerosísimos reconocimientos recibidos. Pero entre estos quiero destacar el águila azteca, porque es un claro exponente de su vocación hispanoamericana, que en buena medida por sus aportaciones y dedicación mantiene hoy nuestra Universidad de Castilla-La Mancha, sobre todo en el ámbito jurídico. También hay que citar su condición de secretario de la Real Academia de la Historia. En cuanto a su vínculo y proyección con nuestra región y nuestra Universidad, se demuestra con su lealtad y permanencia, y su dedicación durante tantas décadas en los campus de Albacete y Toledo, rechazando muchas opciones de haberse trasladado a otras universidades; siendo además un gran conocedor de la historia de estos territorios. Y gracias a esa permanencia y lealtad (y con esto entro en el último aspecto, para mí el más importante) fue mi profesor en el doctorado recién inaugurado en el campus de Toledo en el curso 1991/1992, y dentro del tema de su asignatura (los Reales Consejos) yo elegí para mi trabajo, como quien me conozcas puede suponer, e Consejo de Indias. Décadas después ha sido profesor, maestro y director de tesis de mi hijo, en el mismo campus y ciudad, dándose un caso que creo será poco habitual. Mucho debo a Feliciano en mi formación como jurista, y en la intensificación del interés por la historia, y especialmente por Hispanoamérica, que hoy considero pautas esenciales en toda mi labor docente e investigadora. Y sé que muchas otras personas pueden decir lo mismo. Además, es una excelente persona que nunca se toma nada a mal y se ha ganado el aprecio y el cariño de la comunidad universitaria.