Elucidaciones del Evangelio

Elucidaciones del Evangelio

No sé si es una afición personal, cosa de unos pocos friquis, o una tendencia más generalizada; pero la verdad es que de siempre me ha dado por interpretar la Biblia, y en especial los Evangelios, y cuestionar las enseñanzas derivadas de las visiones más dogmáticas o tradicionales. Así, por ejemplo, siempre me gustó la interpretación que mi profesor de economía hacía de la parábola en la que el propietario de la tierra pagaba lo mismo al que llevaba trabajando todo el día, que al que contrataba a última hora, lo cual, lejos de ser injusto, sería la consecuencia lógica de la aplicación de la ley de rendimientos decrecientes del trabajo, si es que la curva de esta ley estaba todavía en su fase ascendente. El caso es que, cuando vi que Ángel Carrasco Perera había publicado un libro titulado Elucidaciones del Evangelio (Círculo Rojo, 2022), lo compré y leí, despacio y volviendo a veces a algunos pasajes, a la primera oportunidad. Desde luego, el interés por el libro no solo derivaba de la temática y el enfoque, sino también del conocimiento de su autor. Ángel Carrasco fue primero mi profesor, y luego mi compañero en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo, y aunque mis temas de interés no suelen aproximarme demasiado al Derecho Civil (área en la que él es catedrático), he leído y hablado lo suficiente con él como para considerarle uno de los profesores más inteligentes y sagaces con los que cuenta nuestra comunidad académica.

El librito (apenas 102 páginas, que condensan conocimientos y reflexiones muy profundas), no me decepcionó en absoluto. Está estructurado en varios capítulos (Advocación, Milagros, Misión, Palabra, Redención, Justicia…), cada uno de los cuales contiene a su vez breves pensamientos o reflexiones, apenas unos párrafos sobre cada una de las ideas, frases o temas que el autor toma de los Evangelios. Carrasco resume muy bien su sentido cuando nos dice que “(s)egún el lector, esta obra será valorada como apologética, irreverente, devota o debeladora, ensañada o sublimada por quien no llegó a creer o descreer lo suficiente”. Y aunque no sea fácil resumir la idea central o hilo conductor del mensaje del autor, yo percibo en este una profunda admiración por el Jesús de Nazareth, pero al tiempo un cuestionamiento de muchos de sus aspectos y comportamientos, y sobre todo de muchas de las interpretaciones habituales del Evangelio. Su visión, interesantemente subjetiva, es demasiado humana; acaso la de una persona que, negándose a admitir que algo pueda escaparse a su capacidad de entendimiento o que algo pueda ser aprehendido por la fe, trata de encontrar siempre un sentido, original y heterodoxo. No cabe aquí el acuerdo ni el desacuerdo, y en todo caso, la obra no puede ser más sugerente, y por tanto no puede ser más recomendable.