El amor y la amistad
Desde que me alcanza a recordar la memoria, el 14 de febrero, día de San Valentín, se consideraba el día de los enamorados en España, y es imposible olvidar la película homónima de 1959, que simbolizaba muy bien su significado. Por supuesto, los grandes almacenes aprovechaban, y hoy lo hacen todas las empresas que trabajan “el sector” para vender lo que pueden, pero eso no le quita encanto y romanticismo al día. En los últimos años la denominación del día parece haberse cambiado por la de “día del amor y la amistad”, y desde que supe esto pensé que en realidad el cambio se hizo para que se consolasen quienes no tienen amor. Es verdad que, hasta cierto punto, el amor y la amistad pertenecen al mismo género… pero hay diferencias (lo mismo pasa con el indulto y la amnistía, aunque soy consciente de que con este inciso me he cargado todo el posible encanto o romanticismo que pudiera conservar este artículo).
Lo cierto, por supuesto, es que hay muchos tipos de amor, y algo escribí sobre esto en mi comentario a la película “El paciente inglés”, acaso, junto a “Casablanca”, una de las más afortunadas al tratar el tema, mostrándonos sus muchas vertientes. Pero el amor intenso, pasional y verdadero entre dos personas es un sentimiento exclusivo que difícilmente tiene parangón. A veces se dice “amor” a otra cosa, o las personas se confunden sobre sus sentimientos, pero cuando este tipo de amor existe, no se conoce un sentimiento con más fuerza y energía, con mayor capacidad transformadora, aunque ese sentimiento pueda tender, según los casos, al conservadurismo, a la revolución, o incluso a veces a la destrucción, porque también la cosa depende de si es o no correspondido, y en qué medida. Por eso mismo resulta imposible llevar a cabo un tratado sobre el amor con pretensiones de validez universal. Sin embargo, hay muchas otras formas de amor, aunque acaso todas puedan o deban encontrarse en esa forma primaria. En la Biblia pocas descripciones hay más profundas que la que realiza San Pablo de la caridad, que es otra forma de amor. Pero tampoco puedo acabar sin referirme también a la amistad, sentimiento noble y hermoso que nos acompaña siempre y nos permite ofrecer lo mejor de nosotros. Como alguien me recordaba estos días, sabe qué es la amistad quien tiene un amigo a miles de kilómetros, pero ambos saben que estarán ahí siempre que haga falta cualquier ayuda. Hace muchos años escribí un trabajo sobre “la amistad según San Juan”, y nadie como él, discípulo amado, puede explicar mejor ese sentimiento, porque no cabe imaginar nada mejor que tener por amigo a Jesús. En fin, me siento afortunado por saber que tengo muchos amigos, por querer y ser querido por muchas personas, pero tener un solo amor. Como dicen los Beatles, “with a love like that, you know you ghould be glad”.