Ciudades de Europa: Bruselas

Ciudades de Europa: Bruselas

Así, en principio, una ciudad cuyo símbolo más conocido es una pequeña estatua de menos de medio metro de un niño haciendo pis (que ahora tiene su réplica femenina, y hasta canina…) no parece un lugar particularmente sugerente. La cosa no resulta mucho más atractiva si se piensa que, en general, resulta bastante anodina, además de tener ese aspecto burocrático y monótono que le da el ser sede de uno de los aparatos administrativos más grandes y aparentemente aburridos del mundo como es la Unión Europea, y eso por no hablar de la OTAN. Si añadimos un clima húmedo, frío y bastante gris, cerraríamos un panorama de una ciudad cuya visita no resultaría especialmente apetecible, máxime si consideramos que es la capital de un país lleno de contradicciones, pero también con atractivos turísticos tan potentes como Brujas, y está a menos de 300 kilómetros de una ciudad tan exclusiva y preciosa como París. Pero, dicho esto…

Dicho esto, Bruselas tiene un centro pequeño pero encantador, dominado por la incomparable Grand Place, ante la que es imposible no caer rendido. Posee una catedral gótica más que estimable, y las instituciones europeas (en especial, la sede del Parlamento) son, en sí mismas, un motivo para la visita turística y cultural. Tiene otros lugares de visita imprescindible y que son referencia mundialmente conocida, como el Atomium. Y, sobre todo, dentro de lo que en esta serie más destaco siempre, es una ciudad agradable y en la que, más allá de su ambiente aparentemente plano, no faltan tampoco interesantes y sorprendentes lugares para comer, salir, o tomar una copa. No diré que su gastronomía sea en general una referencia mundial, pero la verdad es que de vez en cuando no deja de resultar muy apetecible una buena cena de mejillones de gran calidad con patatas fritas, y si luego se termina con un buen gofre de chocolate como postre, todo mejora de forma manifiesta. Así que la cosa se va poniendo mejor… pero lo que realmente culmina todo esto y la hace única es la enorme variedad y calidad de cervezas que se puedan consumir. En este aspecto es, sin duda, uno de los mejores lugares del mundo. Cervezas de todo tipo de tono, graduación, color, maduración, cervezas añejas o criadas en roble… Incluso hay un tipo de copa para cada cerveza. Bruselas es la capital de un país que hace de la “cultura de la cerveza” uno de sus pilares. Hay quien dice, sin demasiada exageración, que lo único que une a este país variado y heterogéneo – compuesto por dos comunidades diferentes en casi todo- es la monarquía y la cerveza. Así que, después de lo dicho, se entiende que Bruselas es un lugar interesante que hay que visitar y al que hay que regresar. Yo siempre lo he pasado muy bien en esta ciudad.