Cisneros

Cisneros

Es, sin duda, una exposición imprescindible. De estas cuyo recuerdo permanecerá como una referencia cultural importante en nuestra ciudad. Como, en los últimos años, lo fueron “Carolus”, “Los arzobispos de Toledo y la Universidad española”, o desde luego las que estuvieron en la ciudad con motivo del llamado “año Greco”. En este caso, es el quinto centenario del fallecimiento del cardenal Cisneros el motivo que justifica la reunión de un importante conjunto de objetos, obras de arte y documentos que nos ayudan a entender la vida y la época de este personaje imprescindible en los inicios de nuestra Edad Moderna. “Arquetipo de virtudes, espero de prelados” es el subtítulo que trata de sintetizar la singular personalidad de este cardenal primado, que, entre los que en otros países europeos jugaron un esencial papel político, destaca por haber sido dos veces regente, y por tanto jefe del Estado. Y sin duda supo ser un hombre de Estado. Luchó por la unidad religiosa, que en aquel momento se concebía como un pilar fundamental de la unidad del naciente Estado, y que implicó la expulsión de los judíos (la exposición recoge el decreto de expulsión con la motivación de la medida). Adoptó con firmeza decisiones políticas relevantes, siempre en interés de continuidad y unidad del reino. Y sus regencias sirvieron precisamente para enlazar reinados en períodos delicados. Pero también fue un hombre profundamente religioso, notoriamente austero y humilde, y carente de ambición política. En realidad, ambicionaba más bien poderse retirar y abandonar esos difíciles deberes y responsabilidades. Algo que no consiguió, pues hasta el final de sus días tuvo que encargarse del reino, hasta entregarlo a su legítimo sucesor, el entonces rey Carlos, aunque Cisneros no vivió para ver su llegada al territorio español.

Cisneros

 

La exposición nos ayuda a entender al hombre y su época, a través de numerosos objetos de indudable valor, procedentes de diversas iglesias, parroquias o museos. Por hacer una crítica, creo que el discurso expositivo, el hilo conductor, pasa algo desapercibido, a través de algunos carteles que marcan las fases, pero que no destacan a la vista. Tampoco existe la posibilidad de audioguías, y las visitas guiadas siempre implican una selección de algunos objetos y aspectos. Con todo, el excelente libro de la exposición, aunque no es barato, es completísimo e imprescindible. En todo caso, quedan pocos días y aconsejo que nadie se pierda este evento fundamental.

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