Cenar en París

Cenar en París

Nadie duda de que la gastronomía francesa ha sido y es una de las principales referencias del mundo. Por supuesto, sea cual sea el ranquin a seguir, siempre aparece también en los puestos más elevados la española, la italiana, y otras mediterráneas, pero… carece de sentido ponerse a comparar. Lo mejor es, en cada caso, aprovechar y disfrutar de lo que cada ocasión depara. Por lo demás, saben mis lectores más asiduos que en estos ámbitos nunca pretendo escribir como experto (y en realidad tampoco en ningún otro), aunque uno aprovecha siempre las posibilidades de “experimentar”. En todo caso, no es mi intención ofrecer una guía de productos ni de lugares, para la que me faltarían conocimientos, pero sí una pequeña guía de mis personales y siempre subjetivas sensaciones. Así que, con estos parámetros, trataré de expresar no las virtudes de la gastronomía francesa, sino por qué es especial una cena en París, adecuadamente elegida.

Cenar en París

Claro que el primer elemento, como en cualquier cena… es la compañía, y eso siempre dependerá de cada circunstancia. Pero no cabe dejar pasar la recomendación de que convendría, por supuesto, elegirla adecuadamente. Y el segundo… los ingredientes de lo que se va a comer, y en este aspecto, las posibilidades en París son casi infinitas, pero cómo no destacar la opción del foie, o las crepes variadísimas, además, claro está, de tantas opciones de excelentes carnes y pescados. Y por supuesto, todo esto ha de venir acompañado con un vino adecuado, de cualquiera de las excelentes denominaciones francesas. Porque aunque hoy hay cada vez más alternativas de excelentes caldos en todo el mundo… París merece y requiere un vino adecuado, en calidad y cantidad. Además de todo esto, y este es uno de mis elementos favoritos, es muy común acabar la cena con queso, tal vez acompañado de mantequilla o mermelada, y para mí el ser humano no ha inventado nunca algo más maravilloso que en buen queso. Soy mitad castellanomanchego, mitad asturiano, así que no podría dejar de ser un apasionado del queso, pero cómo negar que Francia también ofrece en este aspecto una variedad casi ilimitada, y me encanta esa costumbre de tomarlo de postre. Pero lo que más identifica una cena en París es el lugar, y para ello cualquiera de esas calles del centro cercanas al Sena, coquetas, en esos restaurantes con sus escaparates o terrazas, elegantemente iluminadas, hacen que la experiencia sea exclusiva e inolvidable, y más si va acompañada de un delicioso paseo. Al lado de todo esto, la costumbre de cenar exageradamente pronto, o el frío que puede hacer cerca del Sena, son minucias que nunca empañarán esa maravillosa cena en la ciudad de la luz…