1917

Aunque el género bélico ha dedicado probablemente el mayor número de películas a la segunda guerra mundial y a la guerra del Vietnam, tampoco escasean las que se centran o tienen por contexto algún episodio de la primera guerra mundial. El elenco sería inabarcable; por citar alguna, hasta ahora una de mis favoritas era “Noche de paz”. Pero lo que está claro es que no resulta fácil, a estas alturas, ofrecer algo novedoso en este ámbito. Sam Mendes lo consigue sin duda con 1917. Para ello, combina magistralmente un conjunto de elementos. La verdad, no parte de una historia compleja o especialmente enrevesada: se trata, simplemente, de una misión que dos soldados tienen que cumplir. Una historia sencilla, inspirada en lo que su abuelo le contó a Sam Mendes. Si se me permite el comentario, es el tipo de misiones o aventuras que imaginábamos quienes jugábamos de niños con los “Geyperman”. Pero, por supuesto -y acaso por ese mismo motivo- es una situación llena de épica, y sobre todo, materializada de forma excelente.

La novedad está en la forma de la narración, que consigue un realismo nunca antes visto en una película de estas características. En este aspecto, quizá la referencia más inmediata o próxima (aunque se sitúe en la segunda guerra mundial) sea “Salvar al soldado Ryan”, pero a decir verdad, en mi humilde opinión 1917 es mejor, y está más lograda. El trabajo de los actores, y en especial de los protagonistas George Mac-Kay y Dean-Charles Chapman, es formidable. Pero quizá lo que más se ha destacado, y creo que con justicia, es la realización, con un uso intensivo del plano secuencia. Y aunque se apunta también que no es tanto como parece porque tiene sus “trucos”, creo que lo verdaderamente importante es que logra transmitir eficazmente la sensación deseada. Se introduce una tensión y una incertidumbre que hace que el tiempo pase rápido. La fotografía, desde luego, también contribuye a ello, y aquí el mérito es de Roger Deakins. Lo más parecido a recorrer físicamente una trinchera de la primera guerra mundial, para atravesar después la llamada “tierra de nadie” es ver, en el cine y concentrándose, 1917. La película logra que el espectador “sea” el protagonista, haga suya la misión que ha de cumplir, sienta su angustia, su miedo, el peligro que corre permanentemente, y “viva” la caótica situación que ha de afrontar. Hasta que no se inventen los viajes en el tiempo, no puedo imaginar mejor modo de “estar” en la primera guerra mundial. Más realista y mas completo que un videojuego, y aunque el espectador no toma las decisiones, las asume. Si están a tiempo, no se la pierdan. El largometraje ya ha comenzado a recibir premios, y no me extrañaría que sea una de las películas triunfadoras en los Óscar.